25 nov 2012

Ahora y siempre.

Todo empezó con un "Buenas! :)" un día cualquiera de un mes cualquiera de un año cualquiera. Esa conversación solo duró unos minutos, nada especial, lo típico  Cuando acabó, ni se planteó que algo hubiera cambiado en su vida; es mas, pensó que había sido una molestia y no volvió a hablarle. Sin comerlo ni beberlo, sus caminos habían empezado. Después de una semana, se abrió un chat en Tuenti: era él. Se extrañó, ya que el es mucho mayor que ella y pensó que debía haberse equivocado de persona... pero no, quería hablar con ella. Pasaron las semanas y los meses y paso a paso iban haciendo un camino juntos. Ella se enamoró de él y él se enamoró de otra chica y, por mucho que doliese, esa chica era la mejor amiga de ella. 
Llegaron el invierno y el frio. El poco a poco se estaba empezando a cansar de andar, sus piernas, los pilares de su cuerpo, flojeaban, sentía que no podía seguir... y tropezó. No sabría deciros muy bien de que tamaño era la piedra. Él la veía como un muro infranqueable que le señalaba el camino de vuelta y ella la veía como una pequeña piedra que le ocultaba la realidad sobre sí mismo y sobre el mundo que le rodeaba. Había que superarla con ganas,  fuerza y valor. El valor de seguir adelante, el valor de no tirar la toalla, el valor de acabar lo que ya esta empezado.  Y efectivamente, juntos lograron tirar ese gran muro. Con las fuerzas recargadas y una confianza notablemente aumentada, empezaron a correr. En el camino hubo unas cuantas  bifurcaciones, pero siempre, sea como fuere, acaban en el mismo camino. Puede ser que fuera el destino quien lo quisiera. Sinceramente yo creo que eran ellos, aunque no lo supieran. En efecto, ella estaba totalmente enamorada.
Llego el campamento de Semana Santa, un tanto complicado, ya que él no tuvo tiempo ni para sonarse los mocos. Justo un día después de aquello, el chico cumplía los 19, aunque no parecía un buen día para el. Estaba un poco ausente, como en su mundo, sin disfrutar de su día  Pese a todo eso, unas seis o siete horas de conversación con ella le levantaron el animo. He de añadir una cosa: En todo este tiempo, había una chica de por medio, la cual a ella no le daba buena espina pero que, no se sabe como, embrujaba al chico y hacia que dejase de correr.
Después de todo el camino recorrido, ella no iba a tirar la toalla. Se había propuesto un objetivo y debía conseguirlo. Pasaron varios meses y él, poco a poco, se empezó a dar cuenta de ella, de que todo ese camino había servido para algo, de que nada de eso era en vano. Sí, se enamoraron. De repente, un 4 de junio decidieron mirarse a los ojos directamente en vez de seguir corriendo cada uno por su lado. Una mirada, un abrazo y un beso.  Una mirada cómplice  un abrazo con olor a "estoy aquí" y un beso con sabor a "te quiero". Eso fue lo que hizo falta para hacerles despegar. 
Despegaron, y despegaron con tanta fuerza, que aun no les ha hecho falta volver a saltar. Estos meses han sido absolutamente perfectos. entre beso y beso, una sonrisa. Entre sonrisa y sonrisa, un beso. Entre insulto e insulto, te quiero. Entre te quiero y te quiero, un beso.
Y no podría decir que éste es el fin de la historia, ya que esta historia no creo que acabe nunca.
Ahora y siempre, no lo olvides.

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